martes, 31 de mayo de 2016

Si el consumidor cambia ¿las empresas también?

En las últimas décadas, el comportamiento del consumidor ha sido un tanto volátil debido a la conjugación de diversos hechos como la globalización, la explosión de los medios informativos, la amplia penetración de las redes sociales y el surgimiento de economías emergentes.

Estos modelos sociales, prácticamente han obligado a las marcas a adecuar sus estrategias y establecer como prioridad vital, modelos de adaptabilidad que reaccionen de inmediato ante estos cambios.

Las generaciones van marcando la pauta de cada periodo, la cual se va determinando por los acontecimientos sociales y globales que cada segmento del mercado experimenta, por ejemplo: No podemos tratar de la misma manera a un consumidor que ha crecido inmerso en la tecnología, que a otro que no la adoptó hasta una edad mucho mayor.

Hoy en día, la generación de los Millenials (personas que alcanzaron su mayoría de edad entre 2000 y 2005) está alcanzando cada vez más su madurez personal y profesional con lo que incrementa al mismo tiempo su poder adquisitivo, provocando que las principales marcas enfoque sus esfuerzos de marketing a este sector. Este segmento, muestra alta preferencia por las experiencias personalizadas, más allá de la acumulación de productos físicos.

Sus marcas favoritas son aquellas involucradas en asuntos sociales, el tema del agua, la sustentabilidad, los problemas de salud, la inmediatez de comunicación, la comida orgánica, la tecnología, entre otros; como un dato de lo anterior, tenemos que Nielsen, en su estudio “Nueva era, nuevo consumidor” (2013), publica que el 74 por ciento de los consumidores en México ha cambiado su estilo de vida para ahorrar energía y reducir el impacto global que representa el uso excesivo de electricidad e hidrocarburos.

Tomando esto en cuenta, las empresas se encuentran en un contexto en el que deben de demostrar que a ellas también les importan esos temas y entender el mundo en el que viven sus clientes.

Uno de los temas con mayor grado de conversación marca-cliente, es la sustentabilidad. En boca de una marca, la sustentabilidad es definida por Coca-Cola como “acciones concretas que conducen al cambio. Es un componente inherente en la construcción de un país y un mundo mejor”.

Por citar algunos ejemplos:

En protección de áreas verdes, la marca de ropa Tentree planta 10 árboles por cada producto que vende.
Para desarrollo social, Coca-Cola redujo casi 400 mil millones de las calorías de sus productos en el último lustro, amplió su alcance en el mercado, diseñó porciones más pequeñas de sus refrescos enlatados e incluso promueve actividades deportivas para combatir la obesidad
Axtel ha logrado disminuir el 31 por ciento de los gases invernaderos que producía.

Para ajustarse a esta demandas, también el marketing ha tenido que evolucionar.

El Marketing 1.0 consigue clientes llegando a su mente; el 2.0 llega al corazón del cliente a través de la información que este mismo le brinda.

Hoy, nos encontramos en otra era. En 2010, Phillip Kotler en su libro “Marketing 3.0. From Products to Costumers to Human Spirit”, resaltó la importancia de ver al público “no solo como consumidores, sino como ‘personas completas’ con ‘espíritu humano’ que quieren que el mundo sea un lugar mejor”. Dicho de otro modo, el Marketing 3.0 toma en cuenta en todo momento lo que preocupa al consumidor, para ofrecer productos y servicios basados en valores.

Los consumidores contemporáneos se mantienen conectados la mayoría del tiempo; siempre buscan participar e involucrarse en la mayoría de los asuntos de su interés, y si la última tendencia dicta que las preocupaciones del consumidor también son las de las empresas, entonces resulta necesario conectar con ellos para conocerlos mejor y juntos ser parte íntegra de una esta nueva percepción del mundo.

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